Comunicación política sin métricas

El diálogo político pareciera estar protagonizado por los gestos y señales de doble lectura en la comunicación política chubutense. El debate público pareciera carecer de espacios de desarrollo frente a la ausencia de la institucionalidad que requiere la transformación que atravesamos como país.

miércoles, 31 de julio de 2024 - 8:00

Por Pablo Riffo Torres

(@pabloestebanok)

 

Existe un manual de reglas tácitas en la política argentina que se propaga generación a generación. Que se robustece con el pasar del tiempo y con las posibilidades ampliar la plataforma de los gestos con los que los políticos dialogan.

Este manual, desconocido absolutamente para un Javier Milei que mantiene su estatus de outsider anti política mientras ejerce el cargo de la presidencia de la Nación, nada más ni nada menos, es bien utilizado por el gobernador de la provincia del Chubut, Ignacio “Nacho” Torres, como dictan las gacetillas de prensa.

“Nacho”, en 6 meses de gestión, decidió centralizar el diálogo político y establecer un único interlocutor con el que debatir: Javier Milei. Primero en términos concretos, tangibles. Una “parada de manos” con la que encabezó la rebelión de los gobernadores patagónicos en una alianza que no perduró en el tiempo ni en las estrategias conjuntas, pero que le permitió ganar una plataforma de visibilidad lo suficientemente importante como para continuar protagonizando el diálogo político en el escenario nacional.

Sin dudas, algo que no se puede negar del gobernador Torres es que tiene ambición de poder. No como una característica negativa, al contrario, resulta admirable cómo esa ambición de poder catapultó la carrera maratónica del joven gobernador de la provincia del Chubut.

Un gobernador que, hacia adentro del territorio provincial, no abre el juego del debate público, sino que pregona políticas públicas cuasi populistas y que parece haber domesticado al resto de los políticos fuertes de la provincia con un ninguneo evidente.

Básico en la comunicación política: nunca levantes el perfil de quienes están por debajo de tus responsabilidades y no compiten en la misma categoría. Todo lo contrario, Torres se para desde la vereda de enfrente a un Javier Milei que parece desentender absolutamente las responsabilidades como jefe de Estado.

Torres elige medios “nacionales” para establecer ese diálogo, no de forma aleatoria, más de una vez reprochó la centralidad de los medios porteños, pero es en estos espacios donde elige protagonizar el opuesto frente a Milei. Donde Milei marca un desinterés o ignora las responsabilidades del Estado, “Nacho” está para remarcar la necesidad de un Estado presente, eficiente que genere trabajo y resuelva los problemas de la sociedad.

Da la sensación de que Nacho tiene bien aceitado su discurso político, pero que no consigue hacia adentro resolver cómo llegar a comunicar este discurso y cae en lugares comunes como la pesada herencia, la lucha contra la corrupción de la política con herramientas que intenten garantizar un gobierno libre de “chorros” y la ponderación constante del combate hacia el delito organizado en la provincia. Algo que en off, más de un parlamentario, considera “suficiente” como estrategia para cautivar al votante.

No hay nada que no esté en el manual de un buen inicio de gestión. Diferenciarse de tu antecesor, la construcción de hitos en materia de política pública y el blanqueamiento de sus subordinados que, en el caso de Torres, se extiende hacia los demás cargos ejecutivos ocupados por intendentes e incluso hacia el poder legislativo, donde marca la cancha con más vehemencia que su propio bloque parlamentario.

En este diálogo político de declaraciones opuestas, parece no haber lugar para el peronismo chubutense, más ocupado en la interna partidaria que tiene, a grandes rasgos, dos posiciones posibles: que el intendente de Comodoro Rivadavia se haga cargo, además, de la presidencia del PJ, o que sea cualquier otro, menos Othar Macharashvili.

Una gestión municipal con pocos espacios para posicionarse con un discurso político ausente en el debate público, por lo menos en comparación al gobernador y a los propios integrantes del Partido Justicialista que no ahorran en críticas de forma directa o indirecta, pero donde nadie puede negar que el fuego amigo está presente.

Sin dudas, la posición del Othar es -en términos políticos- la más desventajosa. Entre el fuego amigo, los recortes presupuestarios y la escalada en los costos de vida, refugiarse bajo el ala del gobierno provincial parecería ser la mejor opción. Un lugar en el que el intendente, por lo que deja entre ver en sus redes sociales, le queda bastante cómodo.

Y es que, tal vez, el contexto no sea el adecuado para ahondar en una interna. Menos con un PJ que a nivel nacional parece continuar acéfalo y donde los espacios de contención para la militancia parecen ser escasos.

Frente a la ausencia de un proyecto político local, pareciera que alinearse al ordenamiento que llega del Valle resulta ser la opción más segura en términos políticos. Mientras, la oposición comodorense avanza con estrategias de viejas prácticas peronistas pegando siempre con la misma fórmula de la indignación que, hasta ahora, dio buenos resultados electorales, pero pocos avances en la construcción de un relato propio.

El debate público parece estancado, con una oposición que no propone más que la indignación colectiva y con un intendente con pocas herramientas políticas para proponer una mejora sustancial para la ciudad petrolera.

En épocas donde parece inminente la llegada de la famosa transformación de la matriz productiva, la política partidaria se está quedando afuera de esta discusión que protagonizan empresarios, medios y la universidad, pero que quienes ocupan lugares de responsabilidad prefieren utilizar sus plataformas para la producción de contendido “gancho” que genere “interacciones” en lugar de formalizar una propuesta y abrir el juego al debate público.

La lógica de no innovar frente a las complicaciones futuras podría convertirse en una espada de Damocles, como ya pasó a nivel nacional, (sin excluir a ninguno de los partidos políticos tradicionales) y donde las necesidades reales y concretas de la ciudadanía quedaron fuera de la discusión empujando una transformación de la arena política argentina con la llegada de nuevos actores.

En este escenario, el protagonismo de la militancia es clave, tanto para afrontar las discusiones futuras que se entretejen frente a la desesperanza, como para organizar los siguientes pasos para la recuperación de los espacios que se fueron abandonando por acción u omisión de las y los electos.

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