EL VAR

O El Fútbol Basado en la Evidencia.

sábado, 26 de noviembre de 2022 - 12:02

Por Sebastián Núñez

La popularidad del fútbol es directamente proporcional a la pasión que despierta, y que por estas latitudes lo sabemos y mucho. La pasión también puede explicarse desde muchas variables pero hay una que resalta, y es que el fútbol es el más injusto de los deportes, ya que no siempre gana el mejor.  No hay otro juego en donde el equipo más débil, con falencias físicas, numéricas, técnicas o económicas pueda alcanzar el Olimpo de balón pié. Si bien es cierto que a la larga los poderosos se imponen, nadie puede quitarle la epopeya ser los ícaros que robamos el fuego a los dioses, al menos una vez. (Bueno quizás no todos, ya que toda regla tiene una excepción y la nuestra se llama Gimnasia y Esgrima de La Plata).

Junto con los campeones injustos el fútbol acuña otras instancias de hechos deméritos. Y son las grandes polémicas en relación a resultados, hay miles; como por ejemplo el gol que no fue de Inglaterra a Alemania en la final del 66, la mano de D10s, el penal de Sesini a Alemania en el 90. Etc. Sin más esta semana sumado al offside del delantero argentino, mientras escribo estas líneas convalidan un penal bochornoso al equipo Luso, en contra de Ghana.

Hasta la aparición de VAR, lo que ocurría en un partido de fútbol era sancionado por el árbitro y dos o tres auxiliares, pero ellos solo acompañaban, quien fallaba era su figura y en él cabía toda la responsabilidad. Y como él era quien fallaba solía fallar; y sobre estas fallas recaen todas las suspicacias. Nunca se cree que la persona pudiera equivocarse per se, siempre se le suponían intenciones ocultas, no mostradas, como podía llegar a tener una simpatía por el equipo rival o un acto de corruptela redondamente. Entonces el error no puede ser solo un error, siempre tiene que haber otro fin.

La posibilidad que quien arbitre, en el más injusto de los deportes, sea el causante de esa injusticia se comienza a pensar que la tecnología podría traernos la justicia que el humano, por simpatía o ambición, nos roba. La tecnología sería garante y suplencia de la falla humana.

La ciencia ficción se apoya en esta fantasía, las máquinas, robots, IA, Supercomputadoras, Bots y todas sus variantes no se equivocan, no tiene intenciones ocultas ni fines espurios como los tenemos los humanos; que siempre queremos más de los que podemos decir o podemos saber.

Pero desde que se ha implementado el VAR hemos visto como la utopía se convirtió en pesadilla. El VAR no ha corregido nada, solo suma incertidumbre, y desnaturaliza la pasión que se vivía en el fútbol.  Ha quitado la magia al grito de gol, sin garantizar nada a cambio, y sin librar de polémica a cada jugada.

La fantasía, que materializa la ciencia ficción, o el anhelo del VAR,  no es otra que imaginar un Otro sin fallas, alguien que nos garantice una verdad universal y una justicia inapelable.

El VAR no deja de ser el intento en la posmodernidad de sacar de la ecuación todo aquello que hace al error en la suma de la productividad

La perfección, plena y permanente, escapa de la posibilidad del reino humano, y que solo puede ser propiedad de dioses o máquinas. El último martes vimos que nada garantiza esa justicia y que buscando eliminar lo humano, su deseo, estamos convirtiendo al fútbol en un robot sin alma.

Nada es más humano que saber hacer con lo que falla, llevando esa falla como marca, cicatriz o medalla.

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