ESPACIO

Si ya nada queda lejos, todo no toca.

sábado, 9 de abril de 2022 - 12:01

Por Sebastián Núñez

Ya nada nos resulta lejano, y tomar distancia parece imposible. Resulta así demostrado que nos es solo el tiempo (tema de la columna anterior) sino que también el espacio se ha vuelto relativo.  Pero no en un buen relativismo, no son las playas del Caribe, ni los jardines de Luxemburgo los que se nos vienen a la presencia, sino el horror.

En nuestro presente las distancias parecieran no existir, o al menos nos atraviesa el mandato, que no hay distancia que exista para ponernos a refugio del mundo.  A caballo de las pantallas que tocamos y nos ubican en cualquier lugar donde una tragedia acontece.

Y digo mundo porque cuando usamos ese término, está asociado a las cosas terribles que pasan en este planeta. Y aquí viene la imagen de Mafalda intentando medir la fiebre a su globo terráqueo.  Ya desde entonces, parece ser, que el mundo fue quedando chicho, en cuanto a espacio para el cual los humanos podríamos concentrar problemas y terribles acciones.

Lo cierto es que, si hoy las distancias no existen, nada del mundo se nos permite que nos resulte ajeno, no hay posibilidad de la huida o indiferencia. El no tomar partida por los problemas del mundo es tildado de cobardía o complicidad. Y el problema se nos pega como un tatuaje no querido.

Lo paradójico de esta omnipresencia es que el todo cercano no nos hace menos solitarios con nuestros problemas sino, por el contrario, refuerza la crudeza de la lejanía y de la empatía. El like o el emoticón triste ante nuestras penurias no nos dan el abrazo que uno anhela, ni la esperanza que se tendrá con quien recorrer el camino sinuoso que nos tocó.

Así resultan las paradojas del tiempo y el espacio en la hipermodernidad. Todo es cercano y todo se transforma en ausencia a la vez.

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