Imperativo de futuro

Las urgencias crónicas y la repetición de recetas nos vuelven rehenes de un presente que pone en jaque al futuro.

domingo, 20 de marzo de 2022 - 4:28

Por Analía Orr – Mil Patagonias

 

¿De qué está hecho el futuro? Las respuestas posibles a este interrogante recorren un arco que incluye los sueños, los planes, las decisiones, el azar, la incertidumbre, las preguntas. Pocas veces notamos que el hilo que nos ata al futuro son las acciones presentes, concretas, definitivas, hechas. En el pasado, esas acciones configuraron sucesivos presentes que, como peldaños de un sendero, nos trajeron hasta hoy. Y acá estamos, votando un nuevo Acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Al respecto, la Ciencia Política nos enseña que las buenas explicaciones de lo político parten de preguntas, buscan evidencias, regularidades e indicios, se apoyan en la historia, intentan elaborar generalizaciones y, en la medida de lo posible, aspiran a producir teoría. El espacio reducido de una columna no permite realizar todo ese recorrido, pero inevitablemente, tuve que ir en busca del historial de acuerdos con el FMI, los cuales están disponibles en la página web del Banco Central de la República Argentina.[1]

Como en toda investigación, hay hallazgos. El primer acuerdo stand by con el FMI, cuya carta de intención está fechada el 4/12/58, ya hablaba de que el requerimiento argentino se fundaba en la necesidad de sostener un “programa integral de estabilización”. En la misma dirección, el anuncio del FMI sobre el Acuerdo 2022 con Argentina señala que “han llegado a un acuerdo sobre un programa económico pragmático y realista, con políticas creíbles para fortalecer la estabilidad macroeconómica y empezar a mejorar las condiciones necesarias para comenzar a atender los profundos desafíos para un crecimiento sostenible en Argentina”.[2] Las palabras ‘empezar’, ‘comenzar’ y ‘estabilidad’ en el mismo párrafo parecen una contradicción cuando se observa que el intento de estabilizar la economía es una constante en la historia argentina.

A su vez, el último Acuerdo publicado es el de 2003. ¿Por qué no figura en la lista el Acuerdo stand by en el marco del programa para Argentina firmado en 2018 por el gobierno de Cambiemos? Ese fue otro de los Acuerdos de Derechos de Giro – léase préstamo = endeudamiento- de los cuales U$S 2900 millones vencen en marzo (Ámbito Financiero, 27/1/22), por eso la urgencia del nuevo acuerdo.

Como explica Brenta (2011), entre 1956 y 2006 encontramos 21 acuerdos de condicionalidad fuerte suscriptos por Argentina con el FMI. La condicionalidad fuerte está compuesta por medidas obligatorias de política macroeconómica y estructural en el marco de un programa de ajuste. Por ejemplo, la reducción del déficit fiscal que se impuso como meta para los próximos tres años (contando este)[3] implica necesariamente bajar el gasto o aumentar considerablemente los ingresos, y no por vía inflacionaria porque la puja distributiva se expresaría en un aumento de la conflictividad social con el consecuente y necesario aumento del gasto. La historia de nuestras vidas.

Esa historia ha sido contada en dos trabajos excelentes, de esos que te dan alegría que existan, aunque cueste leerlos porque el relato de tanta repetición por momentos asfixia. Por un lado, el testimonio de Juan Carlos Torre (2021) en Diario de una temporada en el Quinto Piso relata con minuciosidad y fuerte impronta personal el devenir del gobierno de Alfonsín, que debió enfrentar el problema de la inestabilidad económica en un tiempo en que la estabilidad democrática no estaba garantizada. El texto es abrumador cuando encontramos los mismos nombres, las mismas recetas y – que la historia me desmienta – los mismos resultados que en el futuro se repetirán una y otra vez, pero en cada vuelta más dañosos. Por otro lado, las conversaciones entre Pablo Gerchunoff y Roy Hora (2021) en La moneda en el aire repasan una a una las etapas de la historia económica y política de nuestro país para concluir en que el final es abierto y “quizás el rompecabezas del gobierno sea imposible de armar” (p.332). ¿Visionarios? No, estudiosos. Por supuesto, también incluyen una variable difícil de omitir en el presente: “Alberto Fernández tuvo mala suerte con la pandemia porque le desequilibró la economía y lo condenó a administrar una recesión inesperada. No recuerdo un proceso económico tan oscuro y a la vez tan largo en la historia argentina”, dice Pablo Gerchunoff (p.335).

Por lo tanto, a la pregunta sobre de qué está hecho el futuro sólo podemos responder con presente. Y el presente está hecho de decisiones y también de supuestos: 56 votos a favor en el Senado para un acuerdo con el FMI “sobre la base de una economía que se expande”, según establece el documento enviado al Congreso.

¿Cuáles fueron los presentes que construyeron el futuro del cual somos protagonistas?

¿A qué futuro nos conduce un presente de fracturas políticas y promesas económicas?

¿Cuántas veces puede un país tocar la misma puerta sabiendo que no le va a gustar lo que encuentre?

Es el lento devenir de un país que evade el imperativo de futuro al eludir su responsabilidad sobre la imaginación del presente.

[1] “Historial de Acuerdos con el FMI”, Banco Central de la República Argentina, disponible aquí

[2] “El FMI y las autoridades argentinas llegan a un Acuerdo a nivel del personal técnico sobre un Servicio Ampliado del Fondo”, FMI, 3 de marzo de 2022, disponible aquí

[3] El proyecto enviado al Congreso establece que: “El sendero de reducción gradual del déficit fiscal sobre la base de una economía que se expande es el siguiente: para el año 2022 se proyecta un déficit fiscal primario de DOS COMA CINCO POR CIENTO (2,5 %) del Producto Interno Bruto (PIB); para el año 2023, de UNO COMA NUEVE POR CIENTO (1,9 %) y para el 2024, de CERO COMA NUEVE POR CIENTO (0,9 %). De este modo, la consolidación fiscal se alcanzará de manera progresiva a través de un paquete equilibrado de medidas de gastos e ingresos”.

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