INMORTALIDAD Y OTRAS FALLAS

Por Sebastián Núñez En “El Inmortal” Borges nos recuerda que los seres que están imposibilitados de morir nunca tienen la necesidad de decir adiós. La idea de despedirse, la remota posibilidad de no volver a encontrarse en vida les es imposible. Sólo para el resto de nosotros, que somos tan mortales como Sócrates, hacemos de […]

sábado, 21 de mayo de 2022 - 8:30

Por Sebastián Núñez

En “El Inmortal” Borges nos recuerda que los seres que están imposibilitados de morir nunca tienen la necesidad de decir adiós. La idea de despedirse, la remota posibilidad de no volver a encontrarse en vida les es imposible. Sólo para el resto de nosotros, que somos tan mortales como Sócrates, hacemos de nuestra vida una huida de la muerte, usado a la negación como una posibilidad de tener una existencia sin presentir la muerte en cada exhalación. La muerte no es sino la matriz de todas nuestras pérdidas, ante la cual nos sentimos compelidos como esa saber que desconocemos.

De alguna manera para vivir es necesario olvidar; por momentos, o el mayor tiempo posible, que somos mortales. Vivir permanentemente sabiendo que vamos a morir resultaría algo insoportable. Y es aquí donde la memoria tiene su mayor fuente de virtud, que no es el recordar, sino la posibilidad de olvidar. Y es el mismo Borges quien trae otro personaje para hablar de nuestra condición humana. Este es el caso de Funes el memorioso, aquella persona que recordaba todo o mejor dicho no podia olvidarse de nada. Ningún detalle se le puede escapar y entonces para recordar un día de su vida tardaba un día entero en recordar cada uno de los detalles que ese día ocurrió. Es otra forma imposible de vivir, es la imposibilidad misma de diferenciar el pasado y el presente, sin esa alteridad entre lo que pasó, lo que pasa y lo que podría llegar a pasar. Son formas insoportables de vivir una vida de inmortalidad y memoria absoluta.

Somos incompletos, como este texto que no alcanza a decir lo que quiere ser dicho.

Es la falla la esencia de lo humano. Somos seres incompletos destinados a la trascendencia. Los seres humanos somos quienes podemos ir más allá a partir de lo que no somos, a partir de lo que nos falta. Es a partir de esta imperfección, de esa duda, que nos permitimos trascender. Podemos escribir cuentos como el inmortal de Borges o Funes el memorioso porque nos está permitido fallar, nos está permitido decir sin que todo lo dicho se absoluta verdad. Nuestra memoria se puede difuminar se puede perder se puede confundir, puede ser el motivo de terribles discusiones y batallas sin fin por establecer cómo fueron las cosas. Pero esta falla nos permite matizar y hasta nos permiten ser más amables con nuestra propia persona y nuestro propio pasado.

El psicoanálisis se trata un poco de eso, de que cada quien puede encontrar formas de hacer con lo que le falta, dejar de fantasear con la perfección, para encontrar algo de felicidad, o al menos dejar de sentir un sufrimiento neurótico permanente. O simplemente hacer una historia más amable con nuestro pasado.

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