Mel Gibson, de ser el hombre más sexy vivo a la cancelación por violento

Cuando fue elegido como el primer “Sexiest man alive” por la revista People en 1985, el actor representaba una nueva masculinidad: duro y fuerte, pero gracioso y tierno. En la vida rea, en cambio, se mostró como un antisemita, misógino y homofóbico ¿Por qué cree que irá al cielo?

lunes, 3 de enero de 2022 - 10:59

“¡Dios mío! ¡Es el tipo vivo más sexy!”. Nadie recuerda quién pronunció la frase en una producción de tapa de la revista People, con Mel Gibson como protagonista, en 1985. El actor estaba en pleno éxito de la saga Mad Max, tenía 29 años, porte de galán y los ojos más azules que había visto Hollywood en mucho tiempo: lo comparaban con Steve McQueen, Clark Gable y Humphrey Bogart, la clase de varón que podía proteger, enamorar y hacer reír, sin perder ninguna batalla en el intento.
Nadie se acuerda tampoco del editor que acertó con su Sexiest Man Alive en el título de la portada e inauguró así la tradición de elegir cada año al varón vivo más sexy de la Tierra.
En la entrevista realizada en Australia -una de las tres nacionalidades del actor nacido el 3 de enero de 1956 en Nueva York, criado en Sidney e hijo de irlandeses-, el periodista de People, David Wallace, toma nota sobre el humor habitual de Gibson fuera de la ficción: se queja de que no quiere hacer la charla (¡y ni siquiera la película que está rodando!), se fuma un atado de cigarrillos diarios y toma a escondidas seis latas de cerveza, mientras le cuenta la historia de su infancia tradicional a cargo de los curas cristianos del colegio St Leo’s, en la costa australiana.
El personaje que vendía en sus películas estaba ahí, pero había una verdad que entonces ninguno quiso leer entre líneas: el tipo más sensual del planeta era un borracho. Es cierto: nadie podía saber tampoco entonces que, con el tiempo, la quintaesencia de la belleza masculina se transformaría en una máquina de atacar minorías.
Racista, misógino, violento, homofóbico y antisemita, el protagonista de Arma Mortal (1987) hoy podría ser nombrado como el hombre vivo más ofensivo. Sin embargo, cuando People lo nombró por primera vez como Sexiest man alive, su prontuario todavía estaba limpio. Tal vez, como en los clásicos de acción en los que tantas veces desactivó bombas antes de que explotaran, era solo cuestión de tiempo. Pero no había nadie que pudiera desactivar la bomba de su personalidad.
Los sucesos de taquilla siguieron, uno tras otro, incluyendo Hamlet (1990) y Braveheart (1995), ambas de su productora ICON, con la que debutó como director en 1993, con El hombre sin rostro. Basada en el retrato épico del héroe nacional escocés William Wallace, Braveheart lo consagró como cineasta: ganó cinco premios Oscar de la Academia, incluyendo Mejor Película y Mejor Director.
Hasta los primeros años del 2000, protagonizó diez films que recaudaron, al menos, US$100 millones cada una, sólo en los Estados Unidos: había entrado en el círculo de los elegidos de Hollywood. Era una súper estrella. Ya había empezado a mostrar también lo que algunos no dudarían en describir como bipolar: de la calma de su fe y el perfil bajo de su vida familiar junto a Robyn Moore –con quien se casó en 1980 tras un largo noviazgo, con quien tuvo siete hijos; a Hannah de 41, y después seis varones, Edward, Christian, William, Louis, Milo y Thomas-. O de la profunda lealtad hacia sus amigos Danny Glover y Robert Downey Jr. a la furia de sus exabruptos en público.

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