TIEMPO.

“Dies Nostri Sicut Umbra Transeut”
(Nuestros Días Pasan Como una Sombra)

sábado, 26 de marzo de 2022 - 12:01

Por Sebastián Núñez

 

Los relojes de sol en la antigüedad tenían la amabilidad de recordarnos que la vida no era igual al tiempo que se nos escapaba, se escurría por las sombras de sus agujas, al igual que lo hacen por los fotones de las pantallas led de nuestro presente.

Y aun con el tiempo transcurrido, a la humanidad se le sigue apareciendo la idea de que vivir es saber aprovechar el tiempo que nos queda.

Hoy una noticia, una de tantas en Twitter, develan que los científicos (toda una entidad cuando son así nombrados) nos traen la promesa que será posible vivir hasta los 150 años. Todo esto sin aclarar muy bien qué tipo de vida sería esa; pero rápidamente es abrochando el significado que durar es lo mismo que vivir.

Por otro lado, podemos pensar que la vida es no morir, y hasta aventurarnos en la conclusión que la vida existe en tanto que sabemos que existe la muerte como fin de la misma.

Pero la idea de muerte no nos es innata, los seres humanos no nacemos con la idea y el sabernos mortales. Es una noción que viene tiempo después, generalmente hacia los 8 años en donde comprendemos la irreversibilidad que implica la muerte, de la cual no hay retorno. Es para esa edad que, creo, la noción de tiempo cambia. El tiempo ya no se hace tan infinito, ni los veranos y sus vacaciones se hacen tan largas, sino que todo empieza a girar al ritmo del vértigo de esas cosas que se nos acaban.

El fin de la inocencia es saber que todo tendrá su fin. Y es a partir del saber del fin de las cosas es que nos comienza a apresurar el saber la finalidad de las cosas, el para qué estamos. Fin y finalidad comienzan a superponerse. Como si el saber qué hacer con el tiempo fuera una forma de antídoto a nuestra propia finitud.

El otro antídoto posible es la eternización de la infancia, el inexistente síndrome de Peter Pan, no deja de ser una manera de escapar a la muerte. En Peter no creciendo y en el capitán Garfio escapando del cocodrilo, con un reloj en su estómago, que ya le había arrebatado su mano.

Pero tanto para niños, como para piratas todo tiempo es tiempo perdido si nos es puesto en hacernos del pasado la historia que somos. Y creernos que en esa historia tenemos un futuro.

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